Las grullas de origami (papiroflexia) se hicieron famosas a nivel mundial con la historia de la niña Sadako Sasaki, víctima de la bomba atómica de Hiroshima durante la II Guerra Mundial. Superviviente de la explosión, a los nueve años cayó enferma de leucemia. Una amiga le recordó la tradición de los origamis y se propuso completar las mil para pedir como deseo la curación de los afectados y la paz. Pero Sadako no lo consiguió y falleció. Sin embargo, había nacido un símbolo para todos. Sus compañeros de clase completaron las figuras de papel que faltaban y años después Hiroshima levantó un monumento en su recuerdo en el Parque de la Paz, epicentro de la explosión y donde aún un edificio en ruinas recuerda aquella tragedia. Su emotiva historia rápidamente se hizo famosa en Japón y occidente. Hoy miles de grullas de papel reposan bajo el monumento como una continuación del sueño de Sadako.
Cuando tenía ocho años, leí este libro que me dejó profundamente impresionada. Con los desastres nucleares de 2011 en Japón, la historia de Sadako y la salvación a través de la construcción de las grullas de papel ha vuelto a cobrar fuerza en numerosas páginas de internet. Hacer grullas se ha convertido en un gesto solidario y de paz.
Ahí va también un corto de animación sobre el tema.
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